Esto es un parque (aunque en la imagen no se ven todos sus elementos): una farola, un contenedor de basura, una papelera, un banco y un columpio. Sentados, un hombre y una chica. Esto es un parque, o el sencillo escenario y los dos personajes de la obra Grooming (o ciberacoso sexual a menores) que fuimos a ver ayer al Teatro de La Abadía. Esto es un parque, así lo ponía en el lateral izquierdo, escrito a tiza, pero según transcurría la historia nos dimos cuenta de que nada es lo que parece. Y por eso la chica, luego añadiría la partícula negativa: Esto no es un parque. Y en aquel no-parque, no hay pajaritos cantando, ni árboles en flor rodeados por niños y niñas bien vigilados por sus papás, ni un muñeco pocoyó dicendo "nuuube". Viendo Grooming una no llega a encontrar la postura adecuada para quedarse sentadita-bien-quieta en la butaca, mientras nos acercamos al texto escrito por el joven Paco Bezerra (Almería, 1978) y trasladado al Abadía por José Luis Gómez. Mantiene la tensión entre los dos personajes, y no da pocas vueltas de tuerca.
El personaje interpretado por Nausicaa Bonnín dice que suele escuchar y luego hablar, y una vez dicho ésto, recibe por respuesta la carcajada del hombre que la ha chantajeado horas antes para conseguir un encuentro con ella, en ese no-parque con una farola torcida. Escuchar y luego hablar. Carcajada. Carcajada por considerar que escuchar y luego hablar es lo que hacemos todos, sin embargo, ese que suelta la risotada, ese hombre que ha estado tan dispuesto para hacer uso de su poder y también para hablar, cuando los papeles se tornan, ya no está tan preparado para hacer lo mismo. En lugar de escuchar y luego hablar, él se precipita a juzgar a la que había sido, hasta entonces, su víctima. Ahora su patología le parece medianamente normal, y el de ella descomunal.
Como en las películas Shame y Drive (por citar dos recientes) nos encontramos con personajes de los que no sabemos nada de su pasado, sólo sabemos lo que ocurre en su presente, teniendo el espectador que rellenar huecos a través de todo lo que no se dice, y que gracias a una buena dosificación entre lo silenciado y lo dicho, se nos permite intuir parte de su biografía y acercarnos más a ellos. Pero a diferencia de esos dos personajes, del Brandon de Shame y del Drive de Drive, al hombre y a la adolescente de Grooming les falta lo que a los otros les hacía cercanos al espectador, lo que les hacía más humanos. A todos nos gustó el resultado pero también nos dio la sensación de que le faltaba algo, o que podría haber sido algo más redondo. Creo, ahora, que ese "algo" está en la necesidad de darles algo de calor y que no resulten tan fríos. Pero salimos con ganas de charlar acerca de la obra, porque invita a ello. También con ganas de repetir salida al teatro.
No haría justicia a este viernes si no mencionase La Taberna de Moncloa (calle Andrés Mellado,45). Nos metimos ahí sin conocerla y nos gustó mucho: su tabla de tostas de ahumados muy rica; no ponen partidos de fútbol (ni uno), y los camareros atentos y simpáticos. Queda anotada La Taberna de Moncloa.
Hasta el 11 de marzo se puede ir a ver Grooming |
P.L.
Muy bueno, Patri, y muy de acuerdo con todo, un beso.
ResponderEliminarHola Danis,
ResponderEliminarespero que pronto volvamos a compartir un teatro, un cine, unas tapas o lo que se tercie. Abrazo!