En Los autonautas de la cosmopista o
Un viaje atemporal París-Marsella, Carol Dunlop y Julio Cortázar nos
cuentan un viaje que hicieron en su Volkswagen roja, bautizada con el nombre de
Fafner, por la autopista París-Marsella durante un mes. Decidieron que ya no
había que perder el tiempo en obligaciones banales, en todo aquello que si una
lo piensa detenidamente, no significa nada, pero que si nos descuidamos un
poco, puede llegar a ocupar prácticamente toda una vida, como le pasó a Iván,
el personaje de esa novelita tan maravillosa que es La muerte de Iván Ilich, de
León Tolstói (Julio Cortázar consideraba esta nouvelle una de las mejores historias que había leído).
En su diario de ruta escriben Carol y Julio: no vivir su vida en lo que tiene de más real
es un crimen, no sólo con respecto a uno mismo, sino a los otros. Carol
& Julio son los autonautas de la cosmopista y también unos utopistas. Ellos se embarcan en
esa autopista para construir la suya propia, una paralela a la que recorren a
toda velocidad los coches. Deciden ir a otro ritmo, sin prisa: parando en cada
uno de los paraderos que hay en todo el trayecto. Solo unos pocos kilómetros al
día, quince o veinte minutos de carretera en su ya viejo dragón rojo Fafner.
En su viaje encontrarán
de todo. En algunos paraderos les encantaría
pasar más días, en otros marcharse inmediatamente, pero como buenos
exploradores lúdicos, siguen unas reglas –una de ellas es dos paraderos por día
–e intentan saltárselas lo menos posible: no trampear más de la cuenta. Allí
viven sus aventuras con los que se les acercan curioseando, con los perros y
niños más asilvestrados, con la naturaleza que se encuentran traspasando alguna
valla.
Dejaron algunos testimonios
fotográficos de esta aventura. De Julio y Carol haciendo de una simple autopista
un mundo alterno, lleno de posibilidades; a veces les vemos trabajando con sus
máquinas de escribir, otras divertidos, como la de Julio con un cono de tráfico
sobre la cabeza, con amigos que les visitaron para llevarles algo de comida,
para conversar, para pasar el rato. Me quedo con unas palabras de ánimo que no vienen
nada mal para todos los que busquen aventuras paralelas a las de ellos: con la esperanza, oh paciente acompañante de
estas páginas, de que nuestra experiencia te haya abierto también algunas
preguntas, y que en ti germine ya el proyecto de alguna autopista de tu
invención.
¿No estaban creando los dos con su
escritura una autopista que nos pondría en contacto aquí y ahora con ellos?
Lo que en estos días cuenta más para nosotros, la BBC de
Londres que hora tras hora nos da su versión de la guerra de las Malvinas. Y
de esa guerra, ya se habrá comprendido, no queremos ni podemos escaparnos.
Cuando usted lea esta
página, las noticias de esta tarde serán ya un mero gajito en la inmensa
naranja del tiempo, cosas y cosas habrán sucedido. Otra guerra arderá en otros
horizontes, etcétera.
Quién sabe, igual dentro de años y
años alguien entre a este blog y lee este pequeño post: y otros virus pulularán
en otros horizontes, etcétera.