miércoles, 18 de enero de 2012

QUÉ VERDE ERA MI VALLE (1941), de John Ford


Viendo Qué verde era mi valle, me he acordado del pequeño Marcel (En busca del tiempo perdido). En esta película, el pequeño se llama Huw y como Marcel, un día enferma y debe guardar cama durante un tiempo. Dentro de ese tiempo de enfermedad, leerá unos cuantos libros, y serán esas lecturas las que jamás, nos dice, podrá olvidar. Pero como a Marcel, lo que le deja una huella más profunda serán las interrupciones que sufre en  ese tiempo que tiene que permanecer en su habitación: las conversaciones de sus hermanos, todos mayores que él; la visita y ánimos que le ofrece el párroco, con el que poco a poco hará una gran amistad; las atenciones de su padre y hermana; la entrada de dos pájaros que picotean juguetones en su ventana, mientras él está ahí, sonriendo divertido ante la  inesperada visita. Su madre, que a diferencia de la de Marcel, enferma como su  hijo -los dos se  han caído al agua- se comunicará desde otra habitación con su niño a golpe de bastonazos. Pap-pap. Poc-poc. Un lenguaje improvisado por  los dos enfermos, pero que todos entendemos, sin necesidad de diccionarios.
Qué verde era mi valle  habla efectivamente, de un valle por aquél entonces verde, pero también de la familia Morgan, del duro trabajo en las minas, de las huelgas, del amor, de la muerte, de las peleas de colegiales, de la hipocresía, de la amistad, de bienvenidas y despedidas. Justamente esta historia comienza en el momento que Huw, un hombre ya de cincuenta años se está preparando para marcharse del valle, su valle. Pero antes de irse mira al pasado para hacer un balance de todo lo que se queda ahí, y también de lo que se lleva: porque en realidad el valle ya no es verde, ni los caramelos duran horas en la boca, ni permanece su sabor una vez terminados. Tampoco se cantan canciones, ni se baila; pero en el recuerdo, todo eso permanece como cuando el valle era verde. El valle de Huw  Morgan. 
<<Los hombres como mi padre no pueden morir. Todos ellos están aún conmigo, tan reales en el recuerdo como lo fueron en su vida. Amantes y amados para siempre. Qué verde era entonces mi valle>>. 
P.L. 


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