domingo, 15 de abril de 2012

Imitación de la vida. Imitación del arte.


Natalie Portman y Winona Ryder en una escena de
Cisne Negro (2010)
Era el año 2010 cuando en Cisne Negro, el director Darren Aronofsky nos devolvía  a Winona Ryder, que con 39 años parecía haber desaparecido del mundo del celuloide, o estaba entretenida con papelitos que no llamaban la atención. En Cisne Negro, Aronofsky le dio un papel secundario, que más o menos reflejaba la situación de Winona: el papel de una bailarina que tenía que salir de escena, viéndose relegada de la función, reemplazada por el personaje interpretado por Natalie Portman, una chica más joven que ella. Al otro lado de la pantalla, la vida reflejaba al arte, y Portman  se llevó  a sus 29 años el Óscar. Sí, estaba la  vida imitando al arte: la actriz diez años menor, dentro de la pantalla y fuera de ella, se llevaba el premio gordo. Mientras ella llegaba muy alto, otras se iban quedando atrás.
Habría que preguntarle al director si la escena en la que se le acusaba al personaje de Winona de un robo, la escribió pensando en la cleptomanía de la actriz, o fue pura casualidad. No obstante: aquí el arte imitaba a la vida.

Bette Davis y Gary Merrill en una escena
de Eva al desnudo (1950)

Sesenta años antes de Cisne Negro, en 1950, Joseph L. Mankiewicz ofrecía a Bette Davis, que pasaba un mal momento profesional (41 años), uno de los mejores papeles de su vida en la película Eva al desnudo: el papel de Margo Channing: una actriz madura, una extravagante pero insegura estrella del teatro, que sufre crisis de ansiedad al presentir que todos los halagos que había recibido y seguía recibiendo, podrían pasar a la historia cuando otra, más joven, viniera a sustituirla, a interpretar papeles de estrella romántica, papeles para los que ya no la contratarían a ella (resumiendo: Bette Davis interpretaría a Bette Davis).
Margo Channing también siente  ansiedad por la relación con Bill Sampson (interpretado por el actor Gary Merrill), diez años menor que ella en la película, e imaginando, que en un descuido, caería embobado por la juventud de Eva, su rival. Pero sabemos que Bill Sampson quiere a Margo Channing, no a Eva, y finalmente Margo le cree, confía en sus sentimientos, y decide casarse con él. Si salimos del cine, y buscamos en los archivos, o sencillamente, ponemos el CD con los contenidos extras, descubriremos que también se casaron en la vida real. De nuevo, aquí, nos encontramos con la vida imitando al arte. Aunque en la realidad no se llevaban diez años, sino siete. Decidían casarse sus personajes. Decidieron casarse ellos al finalizar la película. (Cuentan que Bette Davis, cuando vio a Gary Merrill, quedó prendada: le encantó ese hombre peludo -¡menuda era la Davis!- y me viene a la memoria otro de los grandes papeles que hizo: La loba. Pues finalmente la loba encontró a su lobito).
Pero sigamos con Eva al desnudo. En la película los personajes de Margo Channing y Eva compiten por llevarse el papel principal, y ese mismo año, Bette Davis y Anne Baxter compitieron por la codiciada estatuilla, pero no se lo llevó ninguna. El enfrentamiento de sus personajes en el film tuvo su correspondiente enfrentamiento en la realidad.
En una biblioteca infinita a lo Jorge Luis Borges, debe hallarse un libro que contiene nuestra vida o fragmentos de ella. Como en una pinacoteca infinita, se encuentra un cuadro que nos contiene, que nos refleja, y que si el azar nos lo quiere poner delante, nos descubriremos sorprendidos, encontrándonos en él, y estaremos mirándolo, o leyendo la obra, asombrados por los paralelismos entre nuestra vida y esa obra. Interpretamos papeles que ya han sido escritos con anterioridad. Otras veces, parecen que se han inspirado en nosotros para crearlos.
Aunque se puede dar el caso que nos marchemos sin haber leído nuestro libro, o sin haber visto nuestro cuadro, escuchado nuestra melodía o sin ver las películas que nos correspondían, y por eso, ante la duda, es mejor vivir conforme a lo que nos gustaría encontrar en esas páginas, ese lienzo, esa partitura o en esa enorme pantalla de cine.
Como decía Nietzsche, hacer de nuestra vida una obra de arte.
P.L.

2 comentarios:

  1. Bien visto. De hecho, algunos directores se valen de situaciones reales, incluso las fomentan, para conseguir mayor 'verdad' en la interpretación de sus actores. Por otra parte, también puede tener algo de marketing, porque a la gente le suele dar morbo ir a ver algo que refleja una realidad más o menos llamativa. Por otra parte, estas parejas q se forman a raíz de haberlo sido en una peli, parece desmentir un poco eso que dicen mucho los actores respecto a la relación con su partenaire de que 'sólo es trabajo' y no sienten nada al interpretar escenas amorosas, etc.
    J.

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  2. Sí, quizá Aronofsky juega un poco con eso. Mickey Rourke también interpretó en "El luchador" (2008), la anterior película de Aronofsky, a un luchador que de estar en lo más alto -pasado el tiempo- pasó a estar luchando en combates de poca monta (refleja parte de lo que le pasó a Rourke en el cine). También sabemos que Rourke se dedicó durante un tiempo al boxeo (aunque la película trata sobre lucha libre) y como ocurre en la película, los médicos también le aconsejaron que lo dejara.

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