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Las páginas del mar Sergio Martínez Grijalbo 632 páginas 20,90 Euros 9,99 eBook |
Quizá estos dos “personajes”os
suenen:
El primero es Fernando de
Magallanes, el segundo Juan Sebastián Elcano. Dos personajes históricos que aparecen
en esta novela de Sergio Martínez (Santander,1975) y que nos sirven para
situarnos en un contexto muy concreto: estamos en el año 1519, justo en los momentos previos a que cinco naves españolas al mando de
Magallanes, y posteriormente de Elcano, emprendan rumbo a las Islas de las
Especias. La empresa no es pequeña, ya que deben llegar allí atravesando
únicamente mares castellanos, respetando de este modo lo acordado en el Tratado de Tordesillas. Un
viaje que pasará a la historia: se trata de la primera circunnavegación del Mundo.
Pero acabamos de ponernos en marcha, y para
que este viaje termine tienen que pasar tres años, muchas aventuras y sobre todo
desventuras (hambre, sublevaciones, discusiones, violaciones, egos enfrentados…)
Sólo una, de las cinco naves, regresó de
la expedición; de los más de doscientos cincuenta hombres que salieron de
Sanlúcar de Barrameda aquel veinte de septiembre, sólo dieciocho regresaron.
He empezado esta reseña con dos Grandes
Nombres para un Gran Viaje, pero descendamos un poco, porque esta historia
tiene como protagonista a un grumete, un montañés que será junto a Antonio Pigafetta
(otro personaje histórico) el encargado de ir anotando lo que sucede en ese
periplo, el encargado de narrar esta historia: Definitivamente, no iba a ser fácil retratar al portugués (Magallanes). Además, de eso ya se encargaría
Pigafetta; al fin y al cabo, tenía contacto diario con él y gozaba de su
confianza. No, mi historia iba a ser diferente. No hablaría de reyes ni de
reinos; no hablaría de imperios ni de grandes flotas llamadas a la conquista de
nuevas tierras. Como me habían pedido mis compañeros, mi historia se centraría
en lo cercano, en el sufrimiento de los humildes, en las miserias de las
personas sencillas, a través de uno de nosotros. Yo mismo había propuesto que
fuera alguien imaginario, pero me costaba. Entonces lo vi claro: sería mi
propia historia; camuflada, sí, pero la mía. Yo sería el personaje. (p.242)
Este protagonista-narrador antes
de llegar a formar parte de la tripulación de la nave Victoria
vivía en la comarca de Liébana junto a
su madre, su padre, dos hermanas y tres hermanos. Allí sufrían épocas en las que
escaseaba el alimento: las raciones eran
cada vez más justas y dependíamos en gran medida de lo que nos daba el monte,
de tal modo que si no era posible hacer pan de trigo, de centeno o de otro
cereal, molíamos las castañas y las bellotas que habíamos recogido en otoño y hacíamos
un pan amargo que, aunque no nos gustaba, al menos nos alimentaba. (p.51) Una
vida en la que hay que trabajar la tierra, sabiendo que la naturaleza a veces
juega malas pasadas, y en la que los que más tienen más quieren y por tanto,
más aprietan al resto; pero en la que también habrá gratas sorpresas para él, como es
la entrada en ese mundo de necesidades,
otro materializado en una Biblioteca, y que le abrirá las puertas a la
lectura y a la escritura. Gracias a Sancho el Tuerto –y sólo desvelaré su
nombre- irá descubriendo a Herodoto, Platón, San Agustín, Jorge Manrique o al Arcipreste de Hita, entre otros. Con aquellas
lecturas descubría un mundo inmenso de emoción y fantasía que nunca había
imaginado. Mis tareas diarias con los animales, en el huerto o en las tierras
de cereal, tanto en casa de Sancho como en mi hogar, pasaban como un relámpago
mientras recordaba aquellos versos y relatos maravillosos que mi maestro nos
hacía copiar (…) (p.104)
Lecturas que sin embargo no pueden hacer
nada contra las injusticias que tienen lugar en su pueblo. Y lecturas que luego
tendrán su espacio en el mar. Y es que en
el mar, navegando día y noche, día y noche, día y noche, el tedio está al
acecho, y sólo queda o bien ponerse a trabajar o sumergirse en otras historias
o en la propia, si uno quiere escapar de él. Lecturas que -¡cuánto nos
alegramos!- no le llevarán a infravalorar otros conocimientos que están más allá
de lo libresco: Sin embargo allí,
trabajando en la playa más remota del mundo, rodeado de sencillos grumetes y marineros,
me sentía feliz volviendo a aprender, y en aquellas manos curtidas, expertas y sabias de mis compañeros veía el mismo brillo
y la misma sabiduría que en las palabras y los consejos de mi maestro. Aquellos
marineros que a pesar de los desvelos, los sufrimientos, el frío y el hambre
habían sido lo bastante fuertes para no desistir en su empeño y no faltar a su
palabra se convirtieron en mi guía para lograr el perdón. (p.183)
En la comarca de Liébana además
del gran descubrimiento de los libros, vivirá el amor, el cariño, la amistad...
Esta es la historia de un Gran Viaje por mar,
pero también la historia de iniciación de un joven montañés que dio la vuelta
al mundo a la par que daba una vuelta sobre sí mismo–no exenta de desvíos –hasta
encontrar el lugar: su lugar.
Se trata de la primera novela de
Sergio Martínez, y aunque llama la atención su extensión el escritor consigue
mantener el interés gracias a la alternancia de capítulos que transcurren en la
montaña y los que transcurren en el mar. Además gracias a un secreto que
guardan el protagonista y su hermano pequeño vamos leyendo y leyendo también con el empeño de llegar a conocer ese
misterio que a veces se insinúa: sólo le
ocultamos lo más terrible, aquello que por su bajeza guardábamos para nosotros
(p.21). En un intento de dejar atrás nuestros pecados (p.45).
Hay que
destacar personajes como el citado Sancho el Tuerto, la tía Elvira, el tío
Pedro, Lucía, su hermano Nicolás o la madre. Personajes que están muy bien tratados, aunque
algunos salgan poco. Creo que se debería haber cuidado algunos momentos que
resultan un tanto tópicos, momentos que al leerlos tenemos la sensación de
haberlos leído o visto ya en otras historias. Por lo demás, he disfrutado mucho
leyendo esta novela. Hacía tiempo que no leía un libro con tantas peripecias,
con esas aventuras que no deberíamos dejar nunca de lado. Y me gusta la atención prestada a lo que siente un cuerpo en las caminatas, en todos esos días en las
naves, etc. A veces parece que se olvida en las novelas el tratamiento del cuerpo. Como si nunca tuviésemos hambre. Como si nunca sintiésemos cansancio.
Sergio Martínez (Santander, 1975)
es licenciado en Historia por la Universidad de Cantabria. Actualmente trabaja
en esa misma universidad y es coordinador editorial del Museo Cartográfico Juan
de la Cosa (Potes, Cantabria). Ha publicado varios libros de investigación y
divulgación, y ésta es su primera novela.
PATRICIA L.D.
Nota: esta reseña se subió el 14 de febrero al blog colectivo ALQS2D en el que algunas veces también colaboro.
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