sábado, 15 de diciembre de 2012

La piedra de la paciencia, de Atiq Rahimi



ATIQ RAHIMI
La piedra de la paciencia
Traducción de Elena García-Aranda
Punto de Lectura S.L, Madrid, 2010.
112 páginas. 7,99 euros.
               “En algún lugar de Afganistán, o en cualquier otro lugar”
 
Atiq Rahimi nació en Kabul en 1962. En 1984, se vio obligado por la guerra a refugiarse en Pakistán, recibiendo más tarde asilo político en Francia. Su primera novela “Tierra y cenizas” fue un éxito de ventas tanto en Europa como en Sudamérica. Se encargó de su adaptación al cine, y obtuvo múltiples premios internacionales. En el 2008  recibió el premio Goncourt  por “La piedra de la paciencia”. Un libro, que quizá por la experiencia del escritor en el cine, resulta muy cinematográfico. Y con una película vamos a empezar este post, aunque no de Atiq Rahimi, sino de Won Kar-Wai.        

            En la película “Deseando amar”, un personaje nos cuenta que antiguamente si alguien tenía un secreto que no quería compartir con nadie, lo que hacía era subir a una montaña en busca de un árbol. Una vez encontrado, elegía un agujero y susurraba el secreto. Al terminar, lo cubría con barro y lo dejaba ahí para siempre.

            En “La piedra de la paciencia” no aparecen árboles, pero sí una mujer en una habitación pequeña que necesita contar muchos secretos, todos aquellos que durante años se ha visto obligada a callar. Similar a la historia del agujero en el árbol, en esta novela nos encontramos con el siguiente mito: existe una piedra sagrada, una piedra negra, que sirve de ayuda a los desventurados, pudiendo verter en ella todo su dolor que finalmente es absorbido. A la mujer –no sabemos su nombre –le valdrá de piedra negra “su hombre”, que está en esa misma habitación postrado, herido por una bala, casi sin vida. Justo cuando él se ha convertido en un cuerpo completamente vacío, ella tendrá, por primera vez, la oportunidad de poder hablar. Seguramente los lectores se acordarán de Carmen Sotillo, el personaje de “Cinco horas con Mario”, de Miguel Delibes.

            A través de su monólogo seremos testigos primero de sus plegarias y más tarde del sufrimiento, sus deseos, su rabia; descubriremos las entrañas de una mujer, madre de dos hijas, que quiere de una vez por todas liberarse del yugo que sufre en el presente, así como el padecido en el pasado. Entrelazándose con su monólogo, un narrador en tercera persona se hará eco de todo lo que interfiere en el discurrir de las palabras de la mujer: los disparos, los llantos, la voz del mulá llamando a la oración, el ruido de los guerreros.

            Con una prosa en la que no sobra ni falta nada, sin alardes, bella, poética por momentos, Atiq Rahimi nos cuenta en esta novela breve, una historia que nos atrapa, que nos interpela, y finalmente nos explota, como toda piedra sagrada, toda “sangue sabur” termina haciéndolo. A diferencia de todo lo que se guarda en los árboles y que se queda ahí para siempre.
  Patricia L.D.


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