jueves, 8 de noviembre de 2012

Wilt, de Tom Sharpe.

El problema no ha sido Henry Wilt, el personaje creado por Tom Sharpe que además de formar parte de esta historia titulada Wilt, también lo hizo en Las tribulaciones de Wilt, Ánimo Wilt, Wilt no se aclara, y por si no tuviésemos suficiente Wilt, otro más: La herencia de Wilt. El problema tampoco ha sido su esposa Eva, mujer hiperactiva, excesiva en todo y adicta a cientos de cursos: cerámica, baile oriental, judo, meditación trascendental, etc., etc.

            Tampoco los pensamientos de Wilt acerca de cómo matarla, de imaginarse  una vida sin ella después de doce años de matrimonio; ni su falta de decisión, ni sus diez años de profesor auxiliar en la Escuela de Artes y Oficios. Tampoco su existencia anodina, su aburrimiento, su deprimente rutina. ¿Quizá Judy, la mujer de plástico hinchada a mayor presión de lo normal? No. Ni la fiesta en una casa del vecindario, ni la vecina con cerebro de cacahuete y cientos de pájaros revoloteando en su cabeza, ni los obreros que se encuentran a la muñeca hinchable asesinada en su obra. ¿Pero acaso se puede asesinar a un trozo de plástico? Y es aquí, en este momento, cuando también  entra en juego la policía y sus pesquisas, tan poco acertadas ellas;  y una mitad –Wilt –se quedará ahí, entre los cotilleos y tejemanejes de la Escuela, la comisaría, el ajetreo en las obras con la pobre muñeca Judy enterrada en hormigón, sometido a un sinfín de interrogatorios, mientras la otra mitad –Eva –muerta aparentemente, presencia fantasmal para algún que otro cura, tomará un barco con una pareja que la deslumbrará al principio hasta que finalmente escape espantada de los dos: Sally, a quien le gusta la Terapia Táctil y Gaskell, que se divierte con juegos y juguetes infantiles.

            Y según vamos leyendo, iremos pasando de un enredo a otro. Y seguramente al final, el señor Wilt saque algo de esto. Y seguramente la señora Wilt también. ¿Pero qué sacamos nosotros, los lectores? Como mucho, pasar un rato un poco divertido. Más allá, y este sí es el problema: NADA.

            Me acordé de la película Lars y una chica de verdad (Craig Gillespie, 2007). Por si les gustan las historias con mujeres de plástico hinchadas a mayor presión de lo normal. Ahí si encuentro a personajes de verdad, aunque uno sea de plástico.

Patricia L.

Nota: sería injusto no decir que con quince o dieciséis años Wilt sí me pareció entretenido y me arrancó más de una sonrisa. Supongo que mis gustos han ido cambiando y pido a una historia más que una sucesión de enredos; o sencillamente, que este libro no aguanta bien una relectura.

Este post aparece publicado en el blog colectivo ALQS2D. Para leer los comentarios, puedes dirigirte aquí

3 comentarios:

  1. He descubierto el blog por azar y no quiero pasar sin darte la enhorabuena. He leído dos o tres comentarios de novela y me han parecido afilados, precisos, literarios.

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  2. Muchas gracias, Miguel. Tú tienes un blog muy curioso.) Esta tarde que podré dedicarle más tiempo pasaré por allí más detenidamente.
    Un saludo,
    Patricia

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  3. Ahora mismo están representando en teatro Wilt, con Fernando Guillén Cuervo. El libro es muy divertido, con situaciones muy pintorescas y cómicas.

    Muy recomendable

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